— ¿Por qué preguntas eso? — su rostro que ya comenzaba a verse más pacífico se tornó en uno completamente duro.
–Bien hecho estúpida- me recrimine a mí misma.
—Yo… Yo....— tartamudee nerviosa al sentir su miraba bien fija sobre mi. —Es que Adriana me dijo algo así— ya no sabía ni que decirle.
Gianluca Regresó su mirada al frente enfocándose en el camino.
—Lo siento si te incomode con esa pregunta— me disculpé, ya que yo mejor que nadie sabía lo que era hablar de ese tema.
En silencio llegámos hasta el salón de la fiesta, donde horas antes habíamos dejado a la Adriana. Se estacionó y estaba por bajar pero lo tomé del brazo evitando que bajára.
— ¿Puedo ir yo por ella?— le dije en tóno de súplica, giró los ojos y cerró la puerta acomodándose nuevamente en el asiento — ¡Gracias!— le dije con una enorme sonrisa. Baje rápidamente y caminé hasta la puerta del salón.
El Salón estaba decorado de lo más lindo. Con telas alrededor de todo el salón, había mucha gente y yo no lograba ver a Adriana por ningun lado y y ya me empezaba a preocupar.
—Hola— una señora rubia, ojos verdes me saludo con una gran sonrisa.
—Hola— le respondí el saludo —Vengo por Adriana Ginoble, pero no logro verla— le informé mientras agudizaba mi mirada tratando de encontrarla.
—Ah claro— pero que empalagosa sonrisa que tenía esa mujer —Espera que voy a buscarla— se dió la media vuelta para después dirigirse hacia donde estaba un grupo de muchachos.
— ¿Dónde está?— escuché la voz de Gianluca detrás de mí, así que de inmediato giré y levante mi mirada.
—Fueron a buscarla— sonreí y me acerque a él.
— ¿Porque querías venir tú por ella?— preguntó mientras su mirada divagaba por todo el lugar.
—¿Qué es lo que me están ocultando Zulema, Dime la verdad tiene un novio acaso?
—No lo sé— me acerque aún mas y lo rodeé con mis brazos.
— ¿Qué haces?— preguntó dando un paso hacia atrás.
—Se llaman abrazos Gianluca — dije obvia —No sé si los conoces— puso los ojos en blanco.
—Si sé que son, pero porque lo haces— volvió a retroceder tratando de librarse de mi abrazo, pero no lo lograba.
— ¿Y por qué no hacerlo?— mi barbilla estaba recargada en su pecho para poder verlo.
— ¿Gianluca?— una voz femenina se escuchó a mis espaldas — ¿Cómo has estado cariño?— ante su cara de nerviosismo, note que era hora de soltarlo.
—Muy bien y usted— contestó con cortesía pero sin perder su forma ruda de ser.
—También muy bien— la voz de esta mujer tenía alegría, ternura entre otros sentimientos mezclados. Se acercó a Gianluca y lo abrazo. Después se acercó a mí y saludo con el típico beso en la mejilla —Elizabeth Fortés— se presentó.
—Zulema Perez — hicé lo mismo.
—Que linda que es tu novia Gianluca — dijo la ahora agradable mujer poniendo su mano en mi hombro.
—Gracias— dije con una enorme sonrisa, Tratando de no reír por el tóno rojo carmesí que se había apoderado de las mejillas de Gianluca.
—No— tartamudeo —Ella no es…— no pudo terminar la frase cuando el grito de Adriana lo interrumpió.
— ¡Zuleeeeeeeeee!— grito más que feliz, mientras corría hacia mí.
— ¡Hola!— contesté con el mismo tóno que ella — ¿Cómo te la pasaste?— le pregunté sonriente mientras la abrazaba.
— ¡Genial!
— ¿Es Adriana?— preguntó Elizabeth y Gianluca asintió con la cabeza
— ¡Pero qué grande estas!— dijo acercándose a nosotras —Seguro no me recuerdas— acarició su mejilla —Pero yo te conozco desde que eras una bebe pequeñita— Anna solo le sonrió —Yo era…
—…Amiga de mi mami— la interrumpió Adriana como si nada, solo note la seria mirada de Gianluca — Vamos Zule ¿me acompañas por un trozo de pastel?— como negarle algo la dulzura de Adriana.
—¿Donde estabas Adriana?- pregunté sonriente.
—Con un grupo de amigos— respondió de lo más tranquila. Se veía que estaba diciendome la verdad.
—Te creo pero Gianluca me preguntó que si tenías un novio o algo así por el estilo— le comenté.
—Hay mi hermano y sus celos, — se limitó a decir.
En cuanto Adriana obtuvo su rebanada de pastel regresámos a donde estaban Elizabeth y Gianluca, nos despedimos y subímos al automovil.
Minutos después recogímos al pequeño Marko.
—Dame pastel Adriana— le decía Marko a su hermana quien comía una gran rebanada de pastel.
—Claro que no es toda mia niño— le respondió sonriendo.
—Adriana, es demasiado pastel para ti— habló Gianluca —Compártele a Marko— le ordenó y ella enseguida obedeció.
La luz roja hizo que Gianluca se detuviera, me recargue en el asiento y volteé hacia la izquierda para poder verlo, lo miraba fijamente esperando a que volteara. Finalmente lo hizo y le sonreí, nuevamente reprimía sus ganas de reír. —Pero que hombre tan más difícil eres Gianluca— pensé.
Seguí mirándolo fijamente y volvió a voltear, esta vez le guiñe un ojo y le mande un beso sin que sus hermanos se dieran cuenta. Y esta vez si dejo escapar una pequeña sonrisa, Negó con la cabeza y volvió su mirada al frente.
Puse mi mirada al frente al ver una luz blanca que no era precisamente del semáforo, el cual seguía en rojo, esta luz blanca comenzó a hacerse mayor y con más velocidad se acercaba directamente hacia nosotros.
— ¿G…Gianluca?— tartamudeé asustada volteando a verlo, este con el ceño fruncido trato de mover la palanca de los cambios, pero no entraba. No era solo una luz, era un auto el que venía a toda velocidad en dirección a nosotros.
Cerré los ojos fuertemente como preparándome para el impacto. Pero Gianluca acelero con todo haciendo rechinar las llantas para quitarse del camino del deportivo rojo, el cual volvió a su carril. Parecía totalmente intencional.
Gianluca freno de golpe, alineándose en la acera y gracias al cinturón de seguridad no nos impactamos contra el vidrio. No tardó ni un segundo en desabrochar su cinturón y bajar para ir hacia la puerta trasera y asegurarse de que sus hermanos estuvieran bien.
Yo solo me giré en el asiento para poder ver. Los ojos de Marko estaban abiertos a tope, y Adriana quien parecía tranquila, de un momento a otro explotó en llanto.
— ¿Estás bien? ¿Qué te sucede? — le preguntaba Gianluca con desespero ante el incesante llanto de Adriana
—Gianluca me duele la espalda, pero estoy bien fue solo el susto pudímos haber muerto— dijo entrecortadamente mientras volteaba hacia abajo mirando su vestido totalmente manchado de pastel. Me fue imposible no llorar ante sus pensamientos ella tenía toda la razón habíamos sido muy afortunados gracias a la rápida intervencion de Gian.
—Nena no llores— le dije con ternura —Todo esta bien como ya lo dijiste tú solo fue un terrible susto— le informe.
—Pero…— alargo con un sentimiento enorme.
—Mira— me baje del auto — ¿Te cambio de lugar Jared?— le pregunté y este de inmediato accedió y se cambió de lugar
—Yo te ayudo— subí y tome un par de servilletas que traía y la ayude a quitar el pastel de su ropa.
— ¿Todos bien?— preguntó Gianluca en general ya ambos todos asentímos con la cabeza
–No todos- pensé en mi interior, José tendría que pagar por esto.
Después de recuperarnos Gianluca retomó el camino para llevarme a mi casa.
—Gracias. — Dije bajando del auto
—Zule — me llamó Adriana
—Que pasa— le pregunté sonriente — ¿Mañana vendrás con nosotros?
—Eso no lo decido yo— le contesté mirando a Gianluca.
—No— contestó seriamente —Mañana descanso de ella, además tengo trabajo— le explicó a Adriana quien lo miraba con cara de cachorro abandonado en plena lluvia.
—Por favor— insistió.
—Zule es divertida y maravillosa— agregó Marko.
—No— se negó nuevamente —Tienen escuela y tienen que hacer tarea.
—Mañana es viernes y no hay tarea— dijo Adriana.
—Oigan— los interrumpí —Obedezcan a su hermano, les prometo que luego iré a visitarlos.
—Ginoble abreme la maletera— le dije para después caminar hacia atrás del auto.
— ¿Para qué?— preguntó bajando del auto
—Deje unas cuantas bolsas ahí— abrió la cajuela y efectivamente ahí había unas bolsas.
—No es normal tu obsesión con las compras— dijo mientras yo me sacaba una bota cambiándola por las zapatos de tacón que anteriormente traía.
—Si, tú tampoco eres normal— quite la otra bota, me dí la vuelta y las lancé a un basurero que estaba en la acera.
— ¿Por qué las tiras?— preguntó extrañado.
—Por que las destesto tanto como a ti, así que no me sirven de nada— le dije riendo. Tomé todas mis bolsas —Nos vemos luego— besé su mejilla para después caminar hacia mi casa.
— ¿En dónde....? — escuché la voz de mi madre cuando subía las escaleras.
—Estaba en casa de...—
—Está bien, yo mando a alguien para que recoja el pedido— era su celular con el que hablaba. Qué raro. —Perdón hija ¿qué decías? — tapo la bocina del celular para que no se escuchara de lo que “hablábamos”
—Nada, no decía nada.
“Paso por ti mañana ¿sí?” leí el mensaje que había llegado a mi celular
“Eso ni lo preguntes, dalo por hecho” lo respondí
Continúe cambiándome, estaba cansada. Más bien fastidiada. Habíamos pasado todo el día contestando esa tediosa guía, lo único que quería era dormir.
“Muy bien, y ¿entonces? ¿Qué tal te fue? :)” - recibido Sep 3, 11:36 pm
me deje caer en la cama con el celular en las manos y comencé a teclear.
“Excelente, tanto que puedo asegurar que has perdido la apuesta. No te sorprendas cuando Ginoble admita que esta locamente enamorado de mi’”enviado. enviado Sep 3, 11:38pm
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